En la obra de Bertolt Brecht “El círculo de tiza del Cáucaso”, ¿es posible lograr justicia en un sistema corrupto sólo con un juez “sin reglas”?

El personaje de Azdak en El círculo de tiza del Cáucaso de Bertolt Brecht surge durante un período caótico de transición social, cuando las instituciones tradicionales de justicia han colapsado y el poder cambia de manos constantemente. Su identidad como juez “transgresor” presenta una tesis radical de que la justicia en un sistema corrupto sólo es posible con una actitud antiautoritaria. Esta situación pone en cuestión la tensa relación entre derecho, moral y poder a nivel filosófico.

  1. La imposibilidad de la justicia en un sistema corrupto y el papel dialéctico de Azdak

Brecht construye a Azdak como un “antijuez” que toma forma en el caos posrevolucionario. Las instituciones jurídicas tradicionales (jueces aristocráticos, procedimientos burocráticos) se han convertido en instrumentos que reproducen la desigualdad social. La actitud de Azdak, que ignora las reglas e incluso convierte el tribunal en un escenario de teatro, revela que la “justicia legítima” es en realidad un medio de legitimación del gobierno. Aquí viene a la mente la “crítica de la violencia” de Walter Benjamin: la violencia legislativa preserva el statu quo, no la justicia. Azdak, por su parte, invierte esta violencia e inventa una “violencia protectora de la ley” que actúa a favor de los pobres.

  1. Instrumentalización de la justicia y el poder del absurdo

La manera en que Azdak aborda los casos se asemeja al teatro del absurdo: decide mediante juegos infantiles, bromas e incluso violencia física. Esta es una parodia de la justicia tradicional. Brecht se refiere aquí al “poder de lo absurdo” de Kierkegaard: sólo una acción que parece irracional (la decisión de Azdak a favor de Grusche) puede derrocar la moral establecida y revelar la verdadera ética. El amor y el esfuerzo que Grusche demuestra hacia el niño es más “justo” que la actitud posesiva de la madre biológica, pero sólo un juez que no reconoce las reglas puede aceptar esto.

  1. La naturaleza del poder y el carácter de clase de la justicia

La justicia de Azdak confirma la tesis de Marx sobre el “carácter superestructural del derecho”: el derecho legitima los intereses de la clase dominante. Por ejemplo, la riqueza de Natella le otorga un derecho “natural” sobre el niño. Azdak, sin embargo, desarrolla un sentido proletario de la justicia: la prueba del “círculo de tiza” muestra que el niño pertenece a quien intenta salvarlo. Esto también puede leerse a través del concepto de “objeto de deseo” de Lacan: Grusche atrae al niño “como suyo” porque su deseo es puro amor; Natella, por el contrario, ve al niño como una propiedad.

  1. Conclusión: La justicia nace en el caos

La justicia de Azdak es como el caos “dionisíaco” de Nietzsche: parece destructiva, pero es los dolores de parto de una nueva moralidad. Brecht pregunta al público: ¿La justicia del orden o el orden de la injusticia?Azdak sólo puede traer justicia a un sistema corrupto rompiendo sus propias reglas. Esto es como una victoria temporal del anarquismo; Pero la desaparición de Azdak al final de la obra también nos recuerda la fragilidad de la revolución.

Inferencia filosófica

Brecht: “¿Es posible la justicia en un mundo sin poder?”hace la pregunta. El personaje de Azdak demuestra, desde una perspectiva materialista histórica, que la justicia sólo puede existir a través del rechazo de la dominación de clase. Pero esta justicia también es temporal, porque el poder siempre se remodela. Quizás el verdadero mensaje sea éste: la justicia no consiste en seguir las reglas, sino en escuchar la voz de los oprimidos.