Según Sócrates, ¿vale la pena vivir si no se cuestiona?

Crítica política de la vida no examinada: la resistencia filosófica de Sócrates

La máxima de Sócrates: “No vale la pena vivir una vida sin examinar” (Ἀνεξέταστος βίος οὐ βιωτὸς ἀνθρώπῳ), no es simplemente un llamado ético individual; Es también un desafío político radical a la totalidad del poder, de la sociedad y de la estructura normativa. La implicación filosófico-política latente en esta proposición sugiere que el valor de la vida cobra sentido no sólo en su continuidad biológica sino también en su autonomía intelectual y en su subjetividad ética. Una vida no examinada significa que una persona se vuelve ciega tanto a sí misma como al orden en el que vive.

Sócrates y la ontología política

La actitud filosófica de Sócrates es un proceso de “subjetivación política” en el sentido clásico. Sostiene que la verdadera libertad sólo puede alcanzarse a través de la razón, oponiendo la independencia intelectual a la aparente libertad del demos ateniense. No se trata sólo de una postura moral individual, sino de un ataque directo a la legitimidad de la autoridad fundada en la conciencia colectiva: las tradiciones, los mitos, la mayoría hablando en nombre de la ley divina. La postura adoptada por Sócrates en su propia defensa ante el tribunal es la esencia política de la filosofía: “Podéis silenciarme a mí, pero no a la verdad”.

La sentencia de muerte de Sócrates no fue un hecho aleatorio o individual, sino la supresión de la libertad intelectual por parte del poder político. Cuestionar la vida aquí no es sólo una iluminación interior en el sentido individual, sino también un llamado al restablecimiento de la esfera pública –la polis– con la verdad. En este punto, la filosofía es una forma de resistencia; No es sólo una búsqueda de conocimiento sino también una exposición del discurso dominante.

Cuestionamiento: Un campo de tensión entre el individuo y el Estado

El acto de cuestionar de Sócrates convierte al individuo en testigo de la verdad dentro del Estado, en lugar de al individuo contra el Estado. Él nunca es una figura anarquista; Su objetivo no es destruir el Estado, sino restablecerlo sobre una base más justa y más racional. Pero incluso esto amenaza el statu quo político. Porque donde hay verdad, el poder flaquea; Porque la verdad es lo que más temen los que están en el poder: la rendición de cuentas.

En este contexto, la colocación del cuestionamiento en el centro de la vida por parte de Sócrates no es una proposición moral pasiva sino una acción política activa. Su postura en Apología, en la que dice que “cumple el mandato divino del Estado”, es una indicación de que ve la filosofía como un deber cívico. En otras palabras, el cuestionamiento es la base tanto de la existencia ética del individuo como de su responsabilidad pública.

La razón crítica y la esfera pública

El pensamiento de Sócrates es la forma arcaica del principio que Habermas definiría más tarde como “razón pública”. Según él, la ciudadanía no puede definirse simplemente por el voto o por la obediencia a la ley; Un verdadero ciudadano es aquel que puede evaluar su propia vida y la sociedad con razón y conciencia ética. Por lo tanto, la filosofía de Sócrates sugiere un control interno, no un control externo de la autoridad. Una vida no examinada es la sumisión del individuo no sólo a su propia ignorancia sino también a la tiranía.