En la novela Ceguera de José Saramago, ¿por qué las personas que pierden la vista descienden rápidamente a la barbarie?
La novela de José Saramago Ceguera es una alegoría impactante que muestra cuán frágiles son las estructuras invisibles sobre las que se construye la civilización. La pérdida de la visión no es sólo una discapacidad física, sino también un colapso existencial directamente relacionado con la conciencia, la ética y la producción de significado. En el mundo de la novela, que un individuo se vea sometido a una epidemia repentina de ceguera supone no sólo una pérdida visual sino también la destrucción de referencias sociales, culturales y morales. Por esta razón los hombres descienden rápidamente a la barbarie; porque muchos de los cimientos sobre los que se sustenta la civilización dependen de estas formas invisibles de “ver”.
Ver y significar: el fundamento epistemológico
Ver en el sentido filosófico no es meramente una función óptica; También es el símbolo del saber, la comprensión y la distinción. Como en la alegoría de la caverna de Platón, ver es una metáfora para llegar a la verdad. Por lo tanto, la pérdida repentina de la visión en la ceguera interrumpe las relaciones del individuo no sólo con el mundo físico sino también con el mundo de los valores. Esta ruptura es una pérdida fundamental de conocimiento, comprensión y orientación ética.
Desde la perspectiva del existencialismo de Jean-Paul Sartre, el ser humano se define como un sujeto que construye conscientemente su propia existencia. Pero los ciegos de Saramago se ven privados en gran medida de esta conciencia y, por tanto, de esta libertad. Se convierten en una masa que no puede comprender su propia situación, determinar sus límites y asumir la responsabilidad de sus acciones. Esto los reduce a seres que actúan según instintos animales.
El colapso del orden: la fragilidad de la civilización
Como señaló Hannah Arendt en su análisis del totalitarismo, no es sólo el mal individual lo que lleva a la gente a la barbarie y la violencia; es el colapso de las instituciones, las leyes y los sistemas de significado compartido. Esto es exactamente lo que sucede en la novela Ceguera: la autoridad estatal se derrumba, las leyes se vuelven inoperantes, las normas éticas se olvidan. Los individuos en la sociedad ya no pueden decidir qué está bien y qué está mal. Esto los convierte en seres impulsados por instintos animales y egoístas, como si realizaran grotescamente el llamado de Nietzsche a una “revalorización de los valores”.
En este contexto, también conviene recordar el análisis de Michel Foucault sobre la relación entre conocimiento y poder. Según Foucault, el conocimiento es al mismo tiempo una herramienta y un producto del poder. Cuando se corta la ceguera y el acceso a la información, los individuos pierden su autonomía y quedan dominados por individuos más poderosos y tiránicos en el vacío de poder. La ceguera es pues una pérdida de poder tanto física como epistemológica.
El retorno del hombre a sus instintos primitivos
El proceso de decadencia descrito por Saramago puede leerse también en relación con el conflicto entre civilización y pulsiones descrito por Sigmund Freud en su obra El malestar en la cultura. Según Freud, la civilización existe suprimiendo los impulsos agresivos y hedonistas del individuo. Debido a que la ceguera elimina estos mecanismos de represión, los impulsos primitivos del ello (en términos de Freud) se liberan. La gente ya no actúa según principios éticos guiados por el superyó, sino según el puro instinto de supervivencia.
La comunidad y la dispersión del significado
En la ontología de Martin Heidegger, el ser humano existe en el mundo con un significado como Dasein (ser ahí). Sin embargo, los personajes ciegos de Saramago pierden esta integridad de significado. No poder ver la cara de los demás también elimina la relación de confrontación y responsabilidad. Considerado en el marco de la filosofía del “rostro del otro” de Emmanuel Levinas, ver el rostro es la base de la relación ética. Es difícil tener una relación responsable con alguien cuyo rostro no puedes ver. Esto elimina la obligación ética que uno siente hacia el otro.