¿Qué personajes de las novelas de Dostoyevsky podrían estar en el espectro autista?
Los personajes de las novelas de Dostoyevsky se distinguen por sus profundos conflictos internos, alienación social y cuestiones morales. Algunos de estos personajes parecen tener un funcionamiento mental que sería considerado bajo el título de “neurodiversidad” en la literatura clínica contemporánea.
- El Príncipe Myshkin – El Loco
Los patrones de conducta del príncipe Myshkin, cuando se consideran desde un enfoque psicoanalítico clásico, muestran un alto grado de control de los impulsos internos, una marcada indiferencia hacia el mundo exterior y una sensibilidad ética extremadamente intensa. En este personaje, la capacidad de formar relaciones objetales es limitada; Los vínculos que establece con las personas que le rodean son idealizadores o se disuelven por completo.
Cuando se lo analiza en el marco del concepto de Freud de “narcisismo primario”, Myshkin exhibe una estructura que no puede internalizar completamente los objetos del mundo exterior y tiene dificultades para interactuar con ellos. Su amor por la otra persona se dirige más hacia la imagen humana pura y sin pecado en su mundo interior. Esto lo ha dejado atrapado en una especie de “espejo moral”: mientras confronta los pecados de los demás, los hace chocar con las imágenes puras dentro de sí mismo.
Además, el uso que Myshkin hace del lenguaje es con frecuencia indirecto, intuitivo y a veces anacrónico. Su sintaxis está orientada al contenido individual más que al contexto social. Esto puede corresponder a las relaciones objetales fragmentadas descritas por Melanie Klein como la “posición esquizo-paranoide”: la tendencia a percibir a las personas como totalmente buenas o totalmente malas socava su adaptación social.
- Nastasya Filippovna – La idiota
Nastasya Filippovna también muestra un carácter lleno de intensos conflictos internos y que no puede establecer una conexión saludable con el mundo exterior en ciertos aspectos. O bien rechaza sarcásticamente el amor que se dirige hacia él o responde con excesiva pasión. Esto se puede explicar en el psicoanálisis clásico como “ambivalencia esquizoide”: un estado de equilibrio entre el deseo de cercanía y la amenaza que ésta representa.
Sin embargo, su constante sentimiento de culpa e inutilidad hacia sí mismo lo empuja a una existencia sadomasoquista. Este estado emocional puede ser causado por una sexualidad temprana traumática y su represión. En su comprensión de las normas sociales, adopta una posición que las dramatiza en lugar de buscar la armonía formal; Esto lo convierte en un personaje estructurado más en un nivel límite que en uno neurótico.
- Smerdyakov – Los hermanos Karamazov
Smerdyakov muestra una marcada distancia emocional del mundo exterior, falta de empatía y aburrimiento en la interacción social. Su comunicación es formal en la superficie, pero el subtexto es de intenso resentimiento, manipulación y negación. En una lectura lacaniana, la relación de Smerdyakov con lo “Real” es traumática; Es decir, no podía integrarse plenamente en el orden simbólico (lenguaje, sociedad, ley), sino que creó un universo psicótico cerrado para compensar.
Desde la perspectiva del concepto de goce, su placer no es reprimido sino pervertido. El hecho de que observe en silencio la decadencia moral de otros personajes y oculte sus propias acciones a la sombra de estas observaciones lo convierte en portador de un “superyó silencioso” en el sentido clásico.
Además, su relación con su madre ha reprimido la dinámica edípica. En este contexto aparece claramente el concepto freudiano de “pulsión de muerte”: está impulsada por el deseo de destruirse a uno mismo y a los demás. Su falta de interés hacia otras personas refleja una negación existencial y un aislamiento más profundos.
- Kirilov – Jinni (Dinosaurios)
El pensamiento lógico de Kirilov y las teorías que desarrolló sobre la existencia muestran una estructura cognitiva que va más allá del psicoanálisis clásico. Su autodeificación a través de la ausencia de Dios es un reflejo extremo de su deseo narcisista de plenitud. El rechazo de Lacan de su “Gran Otro” (su negación de Dios) significa también la negación de todo el orden simbólico. Esto lo convierte en un sujeto al borde de la psicosis.
No presenta ningún impedimento formal en la comunicación social, pero los conceptos que utiliza son inaccesibles para quienes le rodean; porque su contexto semántico es personal. En otras palabras, para él el lenguaje no es un medio de comunicación, sino un mecanismo de aislamiento intelectual. Esto se parece a lo que Piaget llamó “discurso privado”, una situación en la que el lenguaje interno se filtra.
El acto de suicidio de Kirilov no es el resultado de una pulsión de muerte, sino más bien de un deseo de algún tipo de control absoluto. Su deseo de asumir el papel de Dios suicidándose es una internalización psicótica inconsciente del mito del “hombre que mató a Dios”.