¿Es la lucha de Zebercet, el personaje de la novela “Anayurt Oteli” de Yusuf Atılgan, con la falta de sentido un indicador de una búsqueda existencial o de una rendición?
Zebercet, en la novela Anayurt Oteli de Yusuf Atılgan, no es un sujeto en plena búsqueda ni una figura conscientemente entregada en el plano existencial; Su vida es más bien un estado de existencia congelado entre dos extremos, estancado en una espera pasiva. Su lucha con la falta de sentido, cuando se considera desde una perspectiva filosófica, puede leerse como un estado de conciencia que oscila entre la desesperación de Kierkegaard, la ansiedad de Heidegger, el absurdo de Camus y la conciencia maldita por la libertad de Sartre, pero que no puede aferrarse plenamente a ninguna de ellas.
Según Søren Kierkegaard, la desesperación es “la incapacidad o falta de voluntad de ser uno mismo”. La vida de Zebercet cumple esta definición. Su vida cotidiana es un indicio de una existencia que se disuelve en repeticiones. No puede echar raíces en el pasado ni desarrollar una imaginación para el futuro. Su existencia se limita únicamente al presente. Lo que Kierkegaard llamó una “enfermedad mortal” crece silenciosamente dentro de Zebercet: una falta de coraje para ser él mismo, una ceguera existencial.
En Ser y Tiempo, Martin Heidegger define la esencia del “Dasein” como un ser que puede reflexionar sobre su propia existencia. Según él, el hombre es un “ser-para-la-muerte” y con esta conciencia puede establecer su propia vida auténtica. Sin embargo, Zebercet carece de este potencial. Incluso su relación con la muerte es un borrado que surge de un colapso lento e interior, lejos de la conciencia. La forma de existencia que Heidegger llama “das Man”, perdida en la cotidianidad y la sociabilidad, encuentra encarnación de una forma diferente en la misteriosa soledad de Zebercet: una conciencia que está sola consigo misma pero que no puede decir nada sobre sí misma.
Vista a través de la filosofía “absurda” de Albert Camus, la situación de Zebercet coincide con la fractura del deseo de sentido del hombre frente al silencio del universo. En El mito de Sísifo, Camus afirma que afrontar el absurdo sólo es posible trayendo esta situación a la conciencia: “El Absurdo es el encuentro cara a cara del hombre con el mundo”. Pero Zebercet no puede provocar esta confrontación; Para él, la ausencia de sentido no es conciencia sino colapso. Camus dice que hay tres maneras de abordar el absurdo: el suicidio, el salto de fe o la rebelión. El suicidio silencioso de Zebercet es el más pasivo de estos tres caminos; No puede ni trascender lo absurdo ni resistirse a él.
Jean-Paul Sartre sostiene que el hombre está “condenado a la libertad” y dice que “el hombre es lo que hace de sí mismo”. La comprensión de Sartre de la libertad incluye la responsabilidad del individuo de crear significado a través de sus acciones. Sin embargo, Zebercet no puede soportar esta libertad. Su pasividad es lo que Sartre llama una “conciencia de mala fe”: una actitud del ser que niega su propia libertad y evade la responsabilidad.
A la luz de todos estos marcos filosóficos, la lucha de Zebercet con la falta de sentido no es tanto una “búsqueda” como un estado congelado de rendición en el que esta búsqueda ni siquiera ha comenzado. Sin embargo, como esta entrega no se experimenta con consciencia, no es una “entrega” plenamente consciente; Más bien, es una expresión de desorientación existencial, de desintegración interna y de una resistencia intratable a la pérdida de significado. Zebercet no puede acceder a ninguno de los potenciales existenciales que señalan los filósofos; Por lo tanto, su historia es la narración de un silencio aplastado bajo el peso de la existencia, pero que ni siquiera puede expresar ese aplastamiento.