La inacción de Bartleby de Herman Melville: ¿silencio moral o escape pasivo?

La obra de Melville, Bartleby, el escribiente, se ha ganado un lugar único en la historia de la literatura y la filosofía por su forma única de resistencia a la soledad existencial del individuo moderno, las normas sociales y los mecanismos de obediencia. La declaración de Bartleby, “preferiría no hacerlo”, no es simplemente una evasión de la acción, sino un rechazo sistémico mucho más amplio. En este contexto surge la pregunta: ¿Puede esta inacción radical ser una actitud moral?

  1. Immanuel Kant – Ética del deber

Kant encuentra la base de la moral en el sentido del “deber”. Según él, una acción es moral sólo cuando se realiza de buena fe y en el marco de una ley universalizable:

“Sólo la buena voluntad tiene valor moral”. (Grundlegung zur Metaphysik der Sitten)

Bartleby no asume ningún deber y rechaza las responsabilidades sociales. Desde la perspectiva de la ética kantiana, su inacción es inmoral, porque no surge de una conciencia del deber, sino de una indiferencia desconectada del mundo.

  1. Friedrich Nietzsche – La genealogía de la moral

Nietzsche, especialmente en su crítica de la moral de esclavos, cuestiona los juicios de valor de la sociedad que hacen al individuo pasivo e inactivo:

“La moral es un sistema inventado por los débiles para oprimir a los fuertes”. (Genelogías de la moral)

La inacción de Bartleby puede ser un nihilismo sin poder. Según Nietzsche, este tipo de actitud está lejos de afirmar la vida y es un agotamiento pasivo; Por lo tanto, desde su perspectiva, el comportamiento de Bartleby es un ejemplo de decadencia más que de moralidad.

  1. Emmanuel Levinas – Enfrentando al otro

Para Levinas, la ética surge en el encuentro con el rostro del otro:

“El rostro de otro me dice: ‘No matarás’”. (Totalidad e Infinito)

Bartleby no mira a su jefe a la cara y corta el contacto social. Aunque esta situación puede parecer un problema para la ética levinasiana, su absoluta fragilidad y existencia silenciosa también pueden leerse como una especie de llamado moral: su existencia misma engendra una responsabilidad.

  1. Albert Camus – Absurdo y Rebelión

La filosofía absurda de Camus propugna la rebelión humana contra la falta de sentido de la vida:

“El deber del hombre es rebelarse contra el absurdo de la vida.” (El mito de Sísifo)

En este sentido, Bartleby se encuentra en un estado de rebelión contra el sistema y la producción de significado. Según Camus, esta actitud suya podría ser una especie de “rebelión absurda”. La inacción se convierte aquí en una postura moral contra el absurdo de la orden.

  1. Hannah Arendt – La inacción y la banalidad del mal

Arendt llama la atención sobre el peligro de la inacción, especialmente en los regímenes totalitarios. En el caso de Eichmann, él ve la “obediencia irreflexiva” como la fuente ordinaria del mal:

“El mal a menudo no proviene de grandes cosas, sino de una mediocridad irreflexiva”. (Eichmann en Jerusalén)

Bartleby, por el contrario, no es irreflexivo, sino radicalmente inactivo. Esto no se considera una postura moral dentro del marco de Arendt; Pero como hizo una “elección consciente de no hacer” en lugar de una acción impulsiva, su forma de “desobediencia pasiva” puede considerarse una forma de conciencia moral.

  1. Giorgio Agamben – El potencial de no hacer

Agamben ve la fórmula de Bartleby como la expresión fundamental del concepto moderno de libertad:

“Bartleby se da cuenta de su poder de hacer al no hacer”. (Bartleby, o Sobre la Contingencia)

Desde esta perspectiva, la inacción de Bartleby no es pasividad sino la elección de la alternativa, la libertad de no hacer. Se trata de un tipo de acción ética, porque poder decir “no” libremente en un mundo de necesidad es una de las formas radicales de la moralidad.

  1. Søren Kierkegaard – Desesperación silenciosa

Según Kierkegaard, la desesperación es la pérdida de la conexión con Dios y de la propia esencia:

“La desesperanza es la enfermedad de no ser uno mismo”. (Siria hasta Doden)

En este sentido, Bartleby está en una desesperación existencial. No está en armonía consigo mismo y está alejado del mundo. Desde la perspectiva de Kierkegaard, esta situación no es una crisis moral sino espiritual.

  1. Slavoj Žižek – Pasividad radical

Žižek interpreta a Bartleby como el modelo de la resistencia moderna:

“La fórmula de Bartleby es un rechazo radical del deseo impuesto por el sistema neoliberal”. (La vista de paralaje)

Para él, la “elección de no hacer” de Bartleby es una posición ética radical: una revolución silenciosa que expone y socava la lógica interna del sistema. Para Žižek, tal inacción es una intervención moral.

  1. Theodor W. Adorno – Dialéctica negativa y silencio

Según Adorno, el significado de la sociedad moderna se ha perdido junto con la decadencia cultural. La verdadera actitud ética es “no participar” en esta corrupción:

“La vida real comienza con negarnos a ser parte del orden falso”. (Moral mínima)

La inacción de Bartleby se alinea perfectamente con la ética de “no participación” de Adorno. Su “elección de no hacer” no es tanto una cuestión de hacer algo como una cuestión de elegir no integrarse en el sistema, lo que puede ser una forma de mayor conciencia ética por parte de Adorno.

  1. Michel Foucault – Formas de resistencia y micropoderes

Según Foucault, el poder opera no sólo a través de la opresión, sino en todos los aspectos de la vida cotidiana. La resistencia también es posible en este micro nivel:

“En toda relación de poder hay un punto de resistencia”. (La voluntad del sabor)

La “inacción” de Bartleby no es como las formas clásicas de resistencia; Pero es precisamente por eso que es poderoso. En el marco de Foucault, la no elección de Bartleby puede leerse como un gesto ético que impide que el poder funcione.

¿Podría el silencio de Bartleby ser una forma moral?

Las perspectivas de diferentes filósofos a veces interpretan la inacción de Bartleby como un agotamiento inmoral y a veces como una postura ética radical. Esta diversidad nos muestra que la inacción de Bartleby no es meramente una postura pasiva; También es una invitación a cuestionar los límites de la moralidad.